martes, 10 de abril de 2007

Eloy Mier, que nombre y apellido tan estúpido le habían heredado sus padres.
Eso pensaba a diario Eloy Mier, cuando sus compañeritos de la escuela le gastaban hartas bromas -Maestra, Mier da la clase -decía Pedrito- mirando de reojo al regordete Eloy.

Eloy era un niño que ni los recreos esperaba, pues nada más salía del cuadro protector del salón de clase y hasta los más insulsos de sus compañeros le gritaban al unísono, como un coro profesional en diferentes tonalidades “eloyito eloyito, el del culo sanito” y reían sin parar.

Estudiar le gustaba era rápido con el abaco y le agradaba que la maestra le pusiera estrellitas en la frente por sus habilidades matemáticas, eso le traía buenas retribuciones de papá Noél.

Esa navidad apareció en el pino que aromaba toda su casa un atarí, ya no se aburriría de armar con tanto vértigo el cubo rubik que se compró, después de ahorrar las moneditas que le dejaba el ratón de los lácticos dientes.

Ese atarí lo reivindicaría con sus compañeros de clase. Pasó de ser el regordete de quien todos se burlaban, a una especie de deidad de rebozante proporciones, estilo buda. Llegaban sus compañeritos y le sobaban la circular barriga y le daban ofrendas como pingüinos marinela y paletas tupsi pop; Claro, con la fe ciega de que los llevará al cielo de los video juegos, llegar al nirvana del Pac man.

Pero este regordete Dios no sabía de justicia o más bien sabía demasiado al respecto, comenzó por cobrar venganza divina con Pedrito, lo invitó a su casa a jugar al atarí.

Lo tenía todo planeado. Pedrito llegaría a las cuatro pe eme. Irían a su cuarto, el cuál no disponía de baño, después de una hora de juego, le daría de beber un kool aid de cereza con algo de purgante y cerraría con seguro para que no tuviera oportunidad de salir, entonces, la diarrea haría de los calzones de Super man de Pedrito estragos. Para esto haciendo uso de sus cálculos matemáticos, estarían llegando cuatro de sus compañeritos más populares del salón a los cuales había citado a las cinco pe eme, tomando en cuenta que a su corta edad sabía que la gente llegaba con mínimo quince minutos retrazo.

Y así pasó. El día planeado, llegó Pedrito a la hora indicada, era tanta la ansia de Pac man por comer fantasmas y cerezas. Jugaron una hora, y con toda la pueril adrenalina corriendo por sus párvulos cuerpos le dio sed al tal Pedrito. Fue por el Kool aid de cereza. Gozó de ver como se lo bebió hasta la última gota, cerró la puerta con seguro. Nada más faltaba la llegada de sus compañeritos de clase, después del chispeante efecto. En eso vió como se retorcía Pedrito, mientras sonaba el timbre y escuchaba la voz de su madre recibiendo a los pequeñitos. Jejejejejeje se escuchaba la chillona risa del gordito Eloy. Brotaron sonidos acuosos por el pequeño trasero de Pedrito, y arrancó hacia la puerta tratando de abrirla. Cuando la logró abrir entraron todos los niños y se taparon las narices sincronizadamente, mientras Eloy Eloyito el del culo sanito, gritaba ¡Mierda, la de las nalgas de Pedrito!

6 comentarios:

Patricia Mata dijo...

Esa sí es justicia.

Unknown dijo...

ya verás verión reducida de eloy, algún día te cagarás tu también, pero de la risa! jaja, ya llegará el día de todos esos pedritos!!!!

Unknown dijo...

s

Alberto Quiroga dijo...

de niños no habia niños sin amigos, si no niños sin nintendo... despues no habia chavos sin amigos, si no chavos sin carros, hoy no hay adultos sin amigos, solo hay sensatos que quieren estar trankilos...

Borrego dijo...

Buen estilo, me gustó y, como es costumbre humana, encontré entretenida la crueldad de los niños, estaré visitando para leer lo demás.

D. dijo...

Pinches mocosos, pueden ser tan mamones... Lo bueno es que yo solo tuve un nintendo y me lo destruyeron como a los 3 días. Snif. Por éso soy torpe.

Por estrellitas no paraba, pueh.


Gustó.

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